Hoy vamos a desarrollar el origen e historia de las barricas de roble. Durante las últimas semanas estamos utilizando nuestro blog para ofrecerte nuevos e interesantes contenidos de un gran protagonista: el vino. Porque, sin el menor lugar a dudas, España es un país de vino y todo un referente en lo relativo a su elaboración. Anteriormente hemos hablado sobre cómo se hace el vino y los tipos de uvas que se utilizan en cada denominación de origen. Pero hoy queremos ir un poco más lejos.
Lo que haremos en esta ocasión no será hablar de vino propiamente dicho. En vez de eso, vamos a profundizar sobre el origen y la historia de un elemento clave durante su proceso de elaboración: las barricas de roble. En ellas tiene lugar la maceración y envejecimiento de los vinos. Pero, ¿cuándo y por qué comenzaron a utilizarse? Te sacamos de dudas con esta nueva publicación.
El antepasado de las barricas de roble
Para conocer mejor la historia de este artículo es necesario retroceder un buen puñado de años. Antes de empezar a utilizar las barricas de roble, que suelen hacerse de madera francesa o americana, se recurría a las ánforas de arcilla. Estos recipientes eran utilizados para transportar el vino con mayor facilidad y comodidad por el Mediterráneo y su uso se extendió en la época de las civilizaciones griega y romana.
Anteriormente las ánforas también eran usadas por otras civilizaciones como la egipcia o la de Mesopotamia. Sin embargo, en aquel momento su uso se reservaba para las minorías más apoderadas, quedando lejos del alcance del resto de ciudadanos. Algo que cambió con el paso de los años.
Cuándo empezaron a utilizarse
Los problemas con las ánforas aparecieron con la expansión del imperio romano, que cada vez era más grande y hacía que fuera difícil transportar el vino a todas sus regiones. Fue en una de las regiones conquistadas, en la Galia, donde descubrieron que los galos no usaban ánforas, sino que almacenaban bebidas como la cerveza en barricas de madera de roble.
Al ver esto los romanos aprendieron a fabricarlas, para lo que humidificaban y calentaban las tablas para que cogieran la forma que ellos querían, tal y como hacían con sus barcos. Y así empezaron a utilizar roble para crear barricas en las que poder almacenar vino y transportarlo todavía más fácilmente por todo el continente.
Después de los romanos otras civilizaciones lo utilizaron, como el caso de los visigodos. De hecho, fueron estos los que se dieron cuenta de que el vino sabía mejor y estaba más suave después de pasar un tiempo almacenado en barricas. Percibían, además, aromas nuevos a canela, especias y vainilla. Así que a partir de entonces no solo se usaba para el transporte, sino también para que su calidad fuera creciendo con el tiempo.
Las barricas de roble encuentran su origen para almacenar bebidas en la Galia, aunque fueron los romanos los que popularizaron su uso
La innovación en las barricas
Desde entonces las barricas de roble han jugado un papel crucial en la elaboración y maduración del vino. Y a partir de las década de 1980 llegaría una gran innovación clave en este sentido: los Grand Cru Casèe del Medoc decidieron implementar la fermentación y crianza en barricas de roble nuevo. Esto permitiría elaborar de forma diferente los vinos nuevos o viejos, en función de la experiencia de cada bodega y de los matices que quisieran agregara a cada variedad.